jueves, 7 de enero de 2016

Una Navidad imperial

El día de Navidad, después de abrir los regalos de casa y darnos un gran desayuno, recomenzamos a poner orden en la casa porque esperábamos que vinieran tita Rosi y tito Chiqui con nuestros primos Daniel y Laura. Los abuelos Pepa y Felipe también se unieron a nosotros en casa el día de Navidad, y más tarde, a la hora del café, vinieron tito Francisco, tita María José y nuestra prima Celia.

Comimos estupendamente de nuevo, porque Mamá es una magnífica cocinera -por si no lo he dicho antes- y durante la tarde jugamos un montón con el primo Daniel a la Wii. Lo pasamos en grande. Al final yo me fui a mi cuarto a jugar con Celia, mientras que mi hermano y Daniel se quedaron más rato jugando a la Wii. Pero cuando la tarde estaba. Después del café jugamos todos juntos al bingo. El bingo es un juego muy divertido, porque puedes ganar una buena cantidad de dinerito con sólo tener un poco de suerte. ¡Yo tuve un poco de suerte y gané una línea!

Cuando terminamos de jugar al bingo y todos los titos, primos y abuelos se fueron, nos quedó la casa hecha un patatal, pero nos pusimos los cuatro manos a la obra y en apenas una hora devolvimos la mesa a su lugar, el árbol a su esquina, las cajas de juguetes a su sitio. Los juguetes, los cubiertos, los vasos. Todo de vuelta a su lugar. Cada cosa a su sitio y es que quien quiere conseguir algo, un esfuerzo le cuesta.

Nosotros queríamos ver el tercer episodio de Star Wars, porque recientemente habíamos comenzado a ver la serie y queríamos verla completa antes de ir al cine a ver el episodio séptimo, por eso nos dimos tanta prisa. Finalmente conseguimos recoger todos los líos de modo que pudimos ver el episodio tercero, donde estaban pasando cosas muy intensas en el Imperio. Y aunque acabamos muy tarde no importaba porque al día siguiente estábamos de vacaciones. ¡Yiiiiha!


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