miércoles, 20 de enero de 2016

Todos a una

El día después de Navidad, a pesar de que estábamos cansados y de que además teníamos muchas ganas de quedarnos en casa jugando con nuestros nuevos juguetes, fuimos a Alhaurín de la Torre donde mi hermano jugaba un torneo con la categoría B de su equipo. Como muchos niños estaban fuera, resultó que les faltó gente, de modo que el entrenador del B se llevó a dos del equipo A, los dos más pequeños creo yo. Allí jugaron tres partidos y perdieron los tres. ¡Vaya carita que traía al acabar los partidos! Aunque luego, la verdad, es que se lo pasa pipa.

Pero mientras estaba jugando el torneo, su entrenador del A, preguntó si le daría tiempo de llegar a otro campo a jugar otro partido, de manera que nada más acabar un torneo nos fuimos a un memorial, también en Alhaurín de la Torre, solo que en otro estadio.Llegamos justo para saludar a sus amigos y seguidamente calentar (¿calentar?) y jugar el partido. Ganaron 6-0. ¡Jo qué contento estaba! Sólo él pudo marcar tres goles más. Tiró dos fuera por poco. Uno por apenas una palma por encima del larguero y otro rozando el palo, con el portero batido totalmente, y otro tiro dio en el palo. ¡Qué mala suerte! No le importó, porque lo verdaderamente importante es que ganaron el partido.

Regresamos a casa y Miguelito estaba reventado y no me extraña. Yo también y bueno, todos, pero la vida es así, hoy te esfuerzas por tu hermano o tus padres, y mañana ellos se esfuerzan por ti.


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