La misma mañana siguiente después del partido de Unicaja en la Euroliga, aún en diciembre del años pasado, fuimos a Granada. La intención de mis padres era quedar con unos amigos suyos, Rebeca e Iñaki, y lo hicimos en el Parque de las Ciencias de Granada. Un sitio chulísimo para visitar.
El Parque de las Ciencias de Granada es inmenso. Lo primero que visitamos fue una exposición sobre el Titanic. Realizamos la visita con audioguía y aunque es un poco larga fue entretenida. En esa primera exposición lo que más nos gustó fue la maqueta a escala del Titanic. Se podían ver los detalles del interior y como estaba aún en construcción pudimos contemplar el inmenso trabajo que contiene. También pudimos ver por primera vez una impresora en 3D. ¡Qué chula!
Después de esta primera exposición nos reunimos en el hall principal del Parque con Rebeca e Iñaki, y todos juntos fuimos a ver una exposición en la que estaba Ötzi, el hombre de hielo, con más de 3200 años en sus deterioradas espaldas. La exposición se llamaba: Momias. Testigos del pasado, y no es una exposición cualquiera. Estaba llena de momias de distintas partes del mucho y de distintas civilizaciones. Entre muchas de ellas había sobre todo momias americanas y momias egipcias, todas feísimas y al mismo tiempo algo siniestras. Eran como monstruos disecados que parecía que en cualquier momento iban a volver a la vida y a agarrarte del cuello con sus afilados huesos. Por suerte nada de esto pasó y salimos de la sala sanos y salvos. ¡Qué alivio!
Bajamos al centro de Granada andando, en un largo paseo, hasta un restaurante donde almorzamos estupendamente. Rebeca nos enseñó su recién estrenado tatuaje. ¡Qué valiente tiene que ser Rebeca! Iñaki dejó a Miguelito boquiabierto con su chubasquero de la Real Sociedad, que era muy grande pero cabía en un bolso muy pequeño. A partir de ahí todo fue pasear por calles llenas de encanto. Quedamos en una cafetería con unos amigos de Rebeca e Iñaki, y tomamos alguna bebida, luego también tomamos una estupenda porción de tarta de queso que Iñaki nos invitó. Dijo que estaba riquísima y la verdad es que decía la verdad. Nos despedimos apresuradamente de ellos porque cogimos un taxi y regresamos al Parque de las Ciencias. Aún nos dio tiempo a holgazanear un poco más por el Parque hasta que nos echaron. Ya de vuelta a casa, en el coche, todos echamos un buen sueño. Bueno todos menos papá que tenía que llevar los ojos bien abiertos. Otro día estupendo para recordar.