jueves, 29 de agosto de 2013

Elefantes

Íbamos de camino a la playa, hacia Marbella, mi padre conducía y mi madre le acompañaba delante, mientras Miguel y yo distraídos mirábamos por las ventanas escuchando la música. De repente mi padre se salió de la autovía por un sitio por el que no nos tiene acostumbrados. Le preguntamos que adónde iba y nos dijo que nos iban a dar una sorpresa. Giró hacia atrás y desandamos el camino recorrido, pero por una carretera paralela. De repente llegamos a una gran explanada, donde solo había unos cuantos coches aparcados y en un lateral un gran Circo. ¡Jo, qué Circo tan grande!

Ya lo habíamos visto otra de las veces que pasamos de camino a la playa, pero no nos llamó la atención más que otras veces, sin embargo, en una amplia zona cerca del Circo, casi sin moverse había dos elefantes comiendo pacientemente. ¡Qué entretenido es ver comer a dos elefantes! Que si la trompa para acá, que si la trompa para allá, que si muevo una oreja, que si ahora con el rabo espanto unas moscas, que si muevo una pata para un lado, que si la otra la levanto. Nunca habíamos visto ni mi hermano ni yo un elefante antes, y ahora, sin esperarlo vimos dos. Otra cosa menos que ver.

A Miguel al principio le daba miedo acercarse para hacerse la foto, pero poco a poco, con mucha paciencia conseguimos que fuese acercándose y perdiendo el miedo.


No hay comentarios: