El primer día de marzo era domingo y fue un día soleado y mi hermano y yo estábamos muy ilusionados porque mis padres nos dijeron que si todo iba bien y el día amanecía despejado, iríamos al parque con los vecinos, y que allí podríamos almorzar unas pizzas y también montar nuestras bicicletas nuevas. Porque mi hermano Miguel, que en principio no quería una bicicleta para los Reyes Magos, comenzó a pedir una, una y otra vez, todo el día diciendo que quería una bicicleta nueva. Y mis padres, que siempre están dispuestos a que Miguel queme energía, le compraron una bicicleta. Dijeron que la tenían que haber pedido a los Reyes, pero comprendieron que la bicicleta de Miguel ya no le va, se le ha quedado pequeña y es muy complicado montar en ella. Le choca la rodilla en el manillar.
Así que como el tiempo acompañó, fuimos al parque, y nos llevamos las bicicletas, y montamos y montamos, durante una hora por lo menos, y tomamos pizza en la terraza del bar que hay en el parque, y después, encima, nos tomamos unos helados todos. Bueno, todos menos papá que se tomó un café.
¡Pasamos una tarde fabulosa!
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