domingo, 11 de noviembre de 2012

Una semana revuelta

En esta última semana mi hermano y yo hemos pasado por una pequeña mala racha. Primero fui yo, que sin venir a cuento, de buenas a primeras, comencé a sentir un poco de dolor de barriga al principio y después, sin hacer nada, me encontré vomitando. Por suerte mis padres no me llevaron al colegio y me quedé en casa de la abuela Pepa, ya que la abuela Pepi sigue enferma, y casi sin hacer nada me recuperé.

No habían pasado unos pocos días y entonces le tocó a Miguelito. Más o menos vino a ser lo mismo que me pasó a mí. Estaba cenando, dijo que no quería cenar más, mamá le insistió para que comiera más porque  había para cenar lenguado y cuando hay pescado para cenar siempre hay que empujarnos más, y Miguel comió más, pero fue acostarse después de la cena y venga vomitar sobre la colcha, las sábanas y el pijama. Después otro poco en el pasillo, y al final, después de estar un buen rato intentado vomitar sin nada que echar se quedó dormido. No lloramos mucho ni él ni yo cuando vomitamos, más bien nada. Sabemos que esas cosas pasan y que no hay que llorar por ello. No sirve de nada.

Luego por la mañana se encontró mejor y comió algo pero enseguida lo volvió a vomitar. Por la tarde fue mejorando, por la noche se tomó otro biberón y al día siguiente, es decir, hoy, ya está tomando bombones de chocolate.

No hay comentarios: