sábado, 3 de noviembre de 2012

En la cabeza de Miguel

Después del baño, mamá me miró el pelo concienzudamente porque hay aviso en el cole de que hay niños con piojos. Después de mirarme y remirarme una y otra vez y de que mamá diese el visto bueno y después de comprobar que no tenía piojos, entonces llamó a Miguel para comprobar que tampoco tuviese, que aunque por ahora nunca ha tenido -toquemos madera-, no quiere decir que no vaya a tener. Entonces mamá mientras rebuscaba en la cabeza de Miguel con la lendrera, se llevó una buena sorpresa, o más bien un buen susto, y no creáis que es porque Miguel tuviese un bicho por la cabeza dándole vueltas. No, nada de eso. Mamá descubrió que Miguel tenía una cicatriz con sangre en la cabeza. Chichón incluido.

Papá vino a verlo y sí, tenía un buen golpe. Y además había sangrado. La herida parecía limpia pero estaba claro que Miguel se había llevado un buen trompazo. Le preguntaron cómo se había hecho la herida, y Miguel se encogía de hombros. Le preguntaron si recordaba cuándo se había dado un golpe en la cabeza y Miguel seguía encogiéndose de hombros. No recordaba nada. Es tan bruto y tan animal que se cae, se da un golpetazo en la cabeza, sangra y ni llora, ni se queja ni nada. Se pone de pie y a seguir jugando como un animal. Mamá dice que cualquier día va a pasar algo gordo porque este niño es un inconsciente. Cualquier día se va a hacer algo gordo y él como si nada. ¡Será posible!

Otro día mientras jugábamos por la casa, salí corriendo y Miguel detrás mía, quería pillarme, entonces me subí tirándome encima de la cama de mis padres y Miguel que venía detrás mía resbaló, porque sólo iba con calcetines y se cayó contra la mesita de noche de mi padre. Bombazo en la cara. Casi se lleva un ojo por delante. Si es que es muy bruto.

1 comentario:

Mamá dijo...

¡Qué miedo me da! Te cuidadito, mi niño