Nada más comenzar agosto, el primer día del mes, nos fuimos de casa a pasar tres noches juntos con nuestros amigos Dani, Jaime, Gabriel, Sagrario y Miguel a Grazalema. El año pasado y el anterior fuimos a El Bosque, pero este año para variar fuimos a Grazalema.
Según dicen nuestros padres la idea es comer bien y descansar mejor, y en Grazalema, si vas de vacaciones, se puede hacer todo eso perfectamente. En el hotel al que fuimos había una piscina y estuvimos en unos apartamentos de dos plantas, uno para cada familia.
Una de las cosas más impresionantes que tiene Grazalema son las vistas. Cerca del centro del pueblo se puede uno dirigir al asomadero, que es una especie de mirador o balcón, y que tiene una vista amplia hacia la sierra y está chulísima. A mi hermano Miguel y a Jaime les gustaba más tirar piedras hacia el barranco que disfrutar de las vistas, pero bueno, ellos ya se sabe que no están mucho tiempo quietos para contemplaciones.
Desde la ladera de una montaña en los alrededores de Grazalema, donde estaba la villa turística donde nosotros estábamos quedándonos, también había una vista preciosa hacia el pueblo. A mí me encantaba quedarme mirando un buen rato, sobre todo para descansar un momento después de subir la escalera de noventa y muchos escalones, que cada día subíamos en más de una, de dos y de tres ocasiones.
Pd: Hoy es el cumpleaños de mamá y desde aquí le mandamos otro grandísimo beso.¡Felicidades mamá!