Pocos días después de regresar de la casa rural de Teba, casi con el tiempo justito para deshacer las maletas, lavar la ropa y volver a llenarla, nos fuimos de nuevo esta vez a El Bosque, en la provincia de Cádiz, a un hotel rural que ya conocemos bien, el hotel Las Truchas. Sólo íbamos a pasar el fin de semana, es decir, dos noches pero tres días, que no es poco. Más que suficiente para pasarlo bomba. Y más cuando no íbamos solos sino que también estaban nuestros amigos Sagrario y Miguel con sus tres hijos: Dani, Jaime y Gabriel.
La mayor parte del tiempo lo pasamos jugando en la piscina, con la pelota de agua, o con las pistolas de agua, bien equipados con las gafas de natación, pero también jugamos al parchís, y al billar. Y un día fuimos de excursión por el sendero del río Majaceite, estuvo muy divertido. La única cosa mala fue que de repente empezó a sangrarme en abundancia la nariz. No es algo que me ocurra muy a menudo, pero me ocurre. Por suerte no estábamos muy lejos de un albergue y allí encontramos un baño donde poder curarme.
En el fin de semana no sólo descansamos sino que también disfrutamos de lo lindo de la gastronomía típica de la sierra de Cádiz. De remate -como dice mi abuelo Felipe- hicimos una parada para almorzar en Grazalema, en el camino de vuelta. Es un pueblo donde mi madre pasó cursos completos dando clases. Mis padres tienen bonitos recuerdos de aquella época.
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