viernes, 6 de junio de 2014

Miguel comienza a leer

Mi hermano Miguel no deja de sorprendernos. Tiene sus cosas y le gusta chincharme mucho y yo a veces también le chincho a él, pero en cuanto a juegos siempre es cuadriculado: los coches, los coches y los coches. Que nos vamos a pasar un fin de semana fuera, Miguel mete unos cuantos coches en la mochila, que vamos a la playa, Miguel mete unos coches para llevarlos a la playa, que vamos a un restaurante, Miguel lleva en cada bolsillo un coche. Coches de todos los colores y todos los modelos. Lo suyo, sin lugar a dudas, son los coches.

Pero como ya he dicho antes, Miguel no deja de sorprendernos. De repente, un día, sin nadie sospecharlo, cuando nos íbamos los cuatro a desayunar a la calle, Miguel decidió que no se llevaba  coches, no, para sorpresa de todos se echó debajo del brazo un libro. ¡Sí, un libro! ¿No es increíble? Aquí la prueba. Trajeron los churros y todavía le costó un montón soltar el libro.


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