Ya se acabó la Feria y bien que la exprimimos. Al final fuimos cuatro días en total y me pude poner mis tres vestidos, tan sólo repetí uno, el verde de lunares blanco, que es el que mi madre tiene igual, por lo que los dos días que me lo puse fuimos a juego. ¡Qué guapas íbamos!
En cuanto mi madre le viste con la ropa de corto y le coloca las botas, se pone a taconear por toda la casa. ¡Pobres vecinos de abajo! Por eso sólo se las ponemos antes de salir. Además Miguel andando con botas es muy peligroso, sobretodo porque él no anda, corre, y además, porque con el mármol de la casa se resbala mucho y se cae. De hecho se dio un tortazo bien grande en la sien, que pudo haberse hecho algo verdaderamente malo, pero es así y no hay quien lo cambie.
Yo he terminado reventada cada día de feria de tanto andar con tacones, de cargar con el pesado vestido de gitana, la peineta, los pendientes, las pulseras... ¡cuánto esfuerzo! Pero ha valido la pena porque lo he pasado boooomba.
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