Pues papá miró mi mano y estaba escrito que el primer plato lo comí bien, mientras que el segundo muy bien. Del postre no decía nada, porque ocurre que a veces salimos tantos a la vez y tan rápido que no les da tiempo de poner nada.
Entonces llegó el turno de la mano de Miguel. ¡Vaya sorpresa que se llevó! En la mano de Miguel ponía: ¡MB Campeón!. Miguel miraba sonriente a papá, esperando que papá le subiera para arriba, y gritara varios yiiiiha, y que le diera treinta besos y cuarenta achuchones, como así hizo. ¡Vaya cara de pillo! ¡Y bien alto que subía la mano para que papá la viera bien! ¡El campeón del comedor!
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