Pasaron los Reyes Magos por casa, pasaron y se bebieron un par de vasos de agua que les habíamos dejado preparados y también se tomaron un par de bombones de chocolate y algún que otro mazapán. Llegaron y pasaron de noche, muy de noche, porque ni mis padres ni mi hermano ni yo nos enteramos. No escuchamos ni un suspiro, pero es lógico porque todos estábamos completamente dormidos.

Luego, a media mañana, fuimos a repartir y recibir regalos a casa de los abuelos Felipe y Pepa y allí nos juntamos todos y todos recogimos regalos. ¡Qué suerte tuvimos! Después todavía fuimos a casa del abuelo Miguel y allí nos juntamos el resto y al tras almorzar también recibimos regalos. ¡Cuántos regalos!
Después de hincharnos de comer y de tomar postres y rosco y un montón de cosas más volvimos a casa, donde no estuvimos mucho tiempo pues fuimos a llevarles un regalo a Nacho y otro a Blanca que habían dejado los Reyes Magos en nuestra casa. ¡Qué bien lo pasamos allí también!
Volvimos a casa y no nos dio tiempo más que a dejar los regalos por medio del salón y después irnos a la cama. El día siguiente íbamos a tener un día completo para jugar, pero ahora estábamos rendidos.
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