Por otro lado mi hermanito Miguel, el lunes pasado se llevó un buen porrazo en la frente. Parece ser que se tiró o se cayó desde lo alto de la mesa que hay frente al televisor y se dio un golpetazo contra el suelo en la frente. Casi antes de echar a llorar ya tenía un chichón que se podía ver desde la otra habitación. Papá estaba trabajando y mamá se llevó un susto de los buenos. Cualquiera le ponía hielo a Miguel en la frente. Ya lo tiene algo mejor pero todavía da cosilla mirarle la frente, y es que no guarda ningún cuidado.
El jueves fuimos a Málaga, a un médico que le mirara los pies a Miguelito, un traumatólogo. En realidad no dijo nada que ya suponíamos pero ahora estamos más tranquilos. Lo único que Miguel ha de hacer es andar descalzo por casa o por la arena o el césped. Ni medicinas ni inyecciones. Después mis padres nos compraron un globo a cada uno. No eran globos normales sino un hombre que hacía cosas realmente especiales con los globos. A mí me hizo una flor muy bonita y a Miguel la Pantera Rosa. ¡Qué divertido! Antes de volver, claro está nos tomamos unos heladitos de turrón en la Calle Larios.
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