Desde el restaurante fuimos a casa de los abuelos Pepi y Miguel, que cuidaron de nosotros mientras mis padres tuvieron que hacer unas cosillas. Nos portamos muy bien, jugando y viendo la tele, aunque mis padres volvieron pronto a recogernos y antes de volver a casa fuimos a dar un paseito por el paseo marítimo. Casi al final, cuando estábamos cansados y empezaba a hacerse de noche, paramos en una heladería y yo me pedí un batido de turrón, papá una horchata y mamá una tarrina. Pero de todos el más especial era el mío que venía servido en una copa muy grande con mucha nata por encima. Me puse contentísima con mi copa. ¡Que buena estaba! Volvimos a la casa muy cansados. Cenamos algo ligero y a dormir.
El sábado fuimos a la playa aunque papá no vino, pero en su lugar vinieron Elenita y Lidia. Más tarde se unieron también tita Rosi y el primito Daniel. Lo pasamos estupendamente todos. El agua no estaba nada fría y apenas había olas. Volvimos a comer a casa y ya pasamos toda la tarde allí.
El sábado fuimos a la playa aunque papá no vino, pero en su lugar vinieron Elenita y Lidia. Más tarde se unieron también tita Rosi y el primito Daniel. Lo pasamos estupendamente todos. El agua no estaba nada fría y apenas había olas. Volvimos a comer a casa y ya pasamos toda la tarde allí.
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