Primero condujimos un autobús, como alguno de los que yo me he montado en un par de veces. Era amarillo y le estuve enseñando a Miguel todo el rato cómo había que mover el volante, y también cómo se tocaba el claxon. No paramos de tocar en todo el rato. Al llegar el momento de salir del autobús, cuando mis padres abrieron la puerta para sacarnos, Miguel la cerraba rápidamente porque no quería salir. ¡Jo, cómo se puso cuando lo sacaron!
Después nos montamos en una Ambulancia, que tenía varias sirenas que también hicimos sonar todo el rato. Fue muy divertido, pero estuve que estar muy pendiente de Miguel porque estaba tan nervioso que no paraba de ponerse de pie. Una y otra vez tuve que decirle que si no se sentaba no se iba a montar más. Al final conseguí que se sentara pero fue la última vez que nos montamos. No pasa nada porque mis padres me prometieron que pararíamos de camino a casa para tomarnos un helado.
Paramos en una heladería y me pedí un helado de fresa, en cucurucho y mi padre se pidió uno de turrón, en tarrina. Cuando probé el de turrón, le dije a mi padre que si me lo cambiaba. Me dijo que sí. ¡Qué bueno es! He aprendido que el helado de turrón es ahora mi favorito.
Paramos en una heladería y me pedí un helado de fresa, en cucurucho y mi padre se pidió uno de turrón, en tarrina. Cuando probé el de turrón, le dije a mi padre que si me lo cambiaba. Me dijo que sí. ¡Qué bueno es! He aprendido que el helado de turrón es ahora mi favorito.
Por cierto, podéis ver en las fotos el collar hawaiano que me regalaron en la caseta de Hawái.
1 comentario:
Qué fotos tan bonitas los dos juntos!!!
Publicar un comentario