No sabe jugar correctamente con él. Ni siquiera lo intenta, le da igual, él es feliz yendo de un lado para otro tirando de una cuerda en la que al otro extremo hay algo que va chocando contra el suelo o los rodapiés y muy pocas veces rodando. No le importa para nada. Es feliz así y que no se le ocurra a nadie quitarle el yoyó. No veas cómo se pone el fiera de mi hermano.
En este blog solía contarles muchas de las cosas que hacíamos mi hermano y yo. Él se llama Miguel y yo Sofía. Ahora hago más o menos lo mismo; pero como ya somos adolescentes, es... algo distinto.
jueves, 26 de noviembre de 2009
El yoyó
No sabe jugar correctamente con él. Ni siquiera lo intenta, le da igual, él es feliz yendo de un lado para otro tirando de una cuerda en la que al otro extremo hay algo que va chocando contra el suelo o los rodapiés y muy pocas veces rodando. No le importa para nada. Es feliz así y que no se le ocurra a nadie quitarle el yoyó. No veas cómo se pone el fiera de mi hermano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario