Mientras mis padres mueven todos los muebles y estanterías de la casa, cada cuadro, cada silla, cada libro. Todo. Y lo quitan de un sitio para ponerlo en otro para dejar una pared libre para que el pintor pueda pintar, mi hermano y yo nos estamos quedando en casa de mis abuelos. Un día con unos abuelos otro día con los otros, aunque ayer por la tarde estuvimos en casa y vimos como el pintor, que se llama Andrés, pintaba el techo de la cocina y de los baños. ¡Pintar los techos debe ser divertido!
No les queda mucho, ya han pintado los dormitorios, los baños y la cocina, pero falta lo que está peor, el salón y los pasillos.
¡Vamos a tener la casa más pintada del mundo!
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