Fuimos a su casa y tenía una piscina. ¡Jo, cómo me lo pasé! Al principio no quería bañarme en la piscina pero luego no había quién me sacara. Podía tener lo labios morados que yo no quería salir. Además, fue la primera vez que Miguel se bañó en una piscina, me refiero distinta de la mía de la playa.
Al principio parecía que se iba a echar a llorar, le daba un poco de miedo, se agarraba con mucha fuerza, a mamá incluso de los pelos pero por momentos fue cojiendo confianza y luego quería estar todo el rato en el agua también.
Nos lo pasamos en grande, y ya estoy deseando volver a una piscina.
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