
Yo también dormí como un angelito, pero Miguelito volvió a vomitar. Es extraño, aparentemente no le pasa nada, no tiene fiebre, no está trabajoso ni llorón, simplemente tiene un poco de tos, pero eso solo se basta para fastidiarlo todo. Parece que cuando está dormido, tumbado, empieza a toser y con los mocos que le taponan la nariz, la tos se le va haciendo más seca, más profunda y se le encascilla de tal manera que al final dispara el biberón. A veces, ni siquiera llora, simplemente se pone perdido y hay que cambiarlo de arriba a abajo, con lo que se espabila y entonces no hay quien lo duerma. Por eso algunas noches son moviditas, y nunca se sabe cual.
En la foto se me ve a mí, Sofía, con siete meses en lo alto de mi padre.
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